THE HATEFUL EIGHT [CINE]
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...menoscabo para su trabajo. Parece que Quentin ya está por otras cuestiones, como si su estilo ya tuviera salida con sus anteriores trabajos y en esta ocasión se ha decidido por centrarse en los personajes.
'The Hateful Eight' (nos negamos a utilizar de nuevo el título en castellano) es sobre todo un film de personajes, la baza fuerte del cine de Tarantino, pero esta vez sin los artificios de las escenas de acción (que por vez primera no están a la altura de cómo Quentin suele rodarlas) sin los efectistas fondos urbanos, situaciones rocambolescas o historias que van más allá de lo humano. Salvo por la impostura de rodar el film en 70mm como guiño al cine de los finales de los 60´s y principios de los 70's; y el hecho de codearse en la banda sonora con el inmortal Ennio Morricone. El creador de 'Kill Bill' ha apostado por sus criaturas, sus personajes, para dotarlos de alma y esencia. Sin embargo ha dejado sin alma buena parte del film, que no destila por ningún tramo (salvo el tercio final donde el gore hace acto de presencia) ese aura que Quentin impregna en sus trabajos.
No hay un poso al que aferrarse y que pueda redimir al espectador para identificar en este curioso proyecto los eternos homenajes que Tarantino suele hacer en sus films a sus venerados maestros. Si la película comienza como un western crepuscular (a lo Sam Peckinpah) enseguida se torna en thriller (a lo Don Siegel) para terminar con un festín de sangre, retortijones y escenas más cercanas al gore (donde la mano de Greg 'The walking dead' Nicotero ha hecho mella) más transgresor que al western propiamente dicho que hubiera filmado un Howard Hawks o un Rauol Walsh.
No quiere dejar títere con cabeza, ni dentro ni fuera de la pantalla. Es por ello que en ese tercio final es cuando reconocemos algo del estilo del director, que desata su furia, su colérica forma y bastante de mala leche para dar el toque de gracia a sus personajes. Sus conocidos tics o marcas de la casa vuelven a escena (el tabaco 'Red Apple', los encuadres cenitales, los flashbacks y el dividir en capítulos el film). Y es en este último apartado donde quizás flaquee más el genio de 'Pulp Fiction' pues se toma la libertad de explicar en demasía ciertos giros de la trama por si el espectador anda algo perdido y una voz en off nos guía (de forma infantil) por las imágenes que estamos viendo.
En el apartado actoral es donde nuevamente Quentin vuelve a acertar al elegir una terna impecable que hace suyos a los personajes, los transforman y estiran hasta límites insospechados (con un Samuel L. Jackson en modo Sherlock Holmes impagable). Kurt Russell, que vive una segunda (o tercera) juventud gracias a Tarantino; un Michael Madsen que parece dormir en el jardín del director y una Jennifer Jason Leigh que retorna a sus mejores caracterizaciones en décadas, configuran el cuarteto protagonista que junto al resto de figuras hacen de 'The hateful Eight' una versión más cercana a 'Los diez negritos' de Agatha Christie que a un western al uso. Por poner una sola pega al elenco de actores, se nota (y mucho) que el personaje que interpreta Tim Roth fue escrito ex profeso para Christoph Waltz...algo que se llega a echar de menos, seamos sinceros.
Del resto de la trama, que conjuga tiempos y diálogos sin la frescura de la que siempre ha rezumado Tarantino, se deja ver sin apasionamiento, en un lento y casi por momentos tedioso avanzar que no fuerza al espectador a otra cosa que pensar "ahora vendrá lo bueno". Y es de esta forma como este viejo zorro en que se ha convertido Quentin vuelve a sorprender al público. Ha huido de su estilo, de su tono, de su forma de rodar (podría llevarse a un escenario de teatro este film sin problema) e incluso de sus consabidas bromas pesadas y giros argumentales o finales sorpresa para ese tercio final donde el director más ha disfrutado con sus personajes y con la segura convicción de abofetear la conciencia y prejuicios de sus seguidores.
A buen seguro que nadie podrá referirse a 'The Hateful Eight' como una continuación de 'Django' por el género en el que parece inscribirse. Ni tan siquiera al western. El film es mucho más que un mero ejercicio de género. Es un compendio en el que Tarantino parece querer decir adiós a su personal mundo de clichés, tópicos y modos. Una cartografía de su filmografía en la que muchos podrán reconocer gestos, pero sin duda nadie podrá reconocer al genio de Tennesse.
Un film que engaña en su comienzo, descoloca en su nudo y crea una sonrisa canalla en su final.
VALORACIÓN: 8/10
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ResponderEliminarA nosotros nos parecio tediosa y aburrida. Mas de lo mismo. Sobre gustos, no hay nada escrito. Un abrazo
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