JURASSIC WORLD [CINE]

Tras 22 años de haber asombrado al mundo con la espectacular 'Jurassic park' nos llega esta secuela con más espíritu de reboot que de consolidar una saga que ya languidecía en su tercera, y muy olvidable, entrega. Spielberg ya regaló los mandos de la dirección en 2001 a Joe Johnston ('Jumanji', 'Cariño he encogido a los niños'), oficioso pero anodino realizador de la casa spielberiana, y para esta ocasión la productora del antes llamado Rey Midas de Hollywood ha creído conveniente que dirigiese esta cuarta entrega el director de 'Seguridad no garantizada', Colin Trevorrow. Desconocido para las majors pero que por esta fortuna de meter la cabeza en la popular saga jurásica...


...le ha hecho merecedor de la confianza del estudio para dirigir la secuela de 'Jurassic world' y de rebote tener casi un pie y medio en la dirección del episodio IX de 'Star wars'. Todo un pelotazo. ¿Y el resultado de estas recompensas se ve en 'Jurassic world'? Seamos sinceros, no.

Planteada como un re-inicio de las aventuras que Michael Chricton presentó al mundo en sus dos novelas originales, el guión de esta falsa secuela se antoja de todo menos novedosa. Pese a contar con el tandem compuesto por Rick Jaffa y Amanda Silver, artífices del resurgir de la saga de 'El planeta de los simios' (2011-2014) o de las próximas entregas de 'Avatar'; pese a que el propio director, Trevorrow, también firme el guión y además contase con su compañero en estas lides, Derek Conolly, asombra sobremanera que la trama, las situaciones, los personajes e incluso el desarrollo de la acción suponga para el espectador un continuado esfuerzo a la hora de descubrir novedades o simplemente retazos que hagan brotar una sonrisa de complicidad.


Homenajes y autohomenajes aparte que 'Jurassic world' salpica al público en un intento de recuperar a aquellos jóvenes que hace más de 20 años se quedaron anodados por el despliegue de efectos, aventura y tensión que Spielberg se sacó de la chistera en 1993 (año que paralelamente rodaba la insuperable 'La lista de Schindler'), poco o nada nos devuelve de manera novedosa esta secuela. Personajes tópicos que predicen antes de hablar lo que va a suceder, diálogos carentes de la chispa que transmitían aquellos lejanos doctor Malcom o doctor Grant, ni tan siquiera los majestuosos dinosaurios que la ILM creó para la ocasión aquí lucen con poderío o asombro. Nuestros ojos ya están tan adormecidos y acostumbrados a los efectos por ordenador que la sorpresa se ha perdido por completo, por lo que basar toda la fuerza de esta entrega en un guión convincente y con gancho se hacía necesario por naturaleza. Pero no, han creído que ir directamente a la bolsa de palomitas (y la bolsa de los billetes) era el camino más rápido para ampliar el público.


A buen seguro que lo han conseguido. Convertida en número uno en taquilla y batiendo records. Eso sí, a costa de hundir una saga que ya no tenía mucha salida sin un verdadero cambio de rumbo. Hemos vuelto a un parque temático, no tan atractivo como el del 93, pero sí más descarnadamente mercadotécnico, casi como una metáfora hacia la misma saga, que ha pasado de una joya del cine de aventuras a un mero vehículo para vender palomitas. No es despectivo este ejemplo, sino decepcionante. Muchas esperanzas perdidas en un vasto despliegue de F/X carentes de la emoción que se le presuponía. Spielberg, a la sombra durante el rodaje, debió torcer el gesto mientras veía los progresos de la filmación, a la par que su cartera crecía (una vez más) de manera grotesca.


Trevorrow a reformulado el planteamiento de la casa Spielberg: niños-espectáculo visual-tensión. Pero a diferencia de éste, a Trevorrow le queda mucho camino por recorrer. Ha clavado los clichés del genio pero no ha sabido imprimir su sello inconfundible. De ahí que sus personajes queden vacíos y cual marionetas deambulen entre croma y croma sin saber bien hacia dónde irán. Espectáculo al servicio de un nuevo dinosaurio creado para  la ocasión, el Indominux Rex, que a modo de guiño malsano hacia la evolución genética que pretendía John  Hammond en la Isla Nubla original, no acaba de cuajar en pantalla y flaquea en todo momento en su intención de amedrentar al espectador. De ahí que se vuelva a tirar de "personajes" conocidos para el público: los velociraptores y nuestro querido Tyranosaurio Rex.


Si bien los primeros han llegado a un estado deplorable de cuasi domesticación (algo que avergüenza hasta en su planteamiento y más en su visualización) el segundo sale de su guarida casi al final del film, a modo de tabla de salvamento para que la platea pueda romper a aplaudir al volver a ver a su antaño enemigo convertido ahora en salvador (una curiosa comparación con Terminator a lo largo de su saga). Nuestro llorado Stan Winston es muy recordado y echado en falta de manera ostensible en esta entrega. Ni atisbo de los animatronics que hacían más cercanos a los dinosaurios que nos hicieron soñar. Los efectos han evolucionado de modo casi realista, pero sin una fuerza en el guión tras ellos quedan en solo eso. efectos sin alma.


El reparto, con caras más o menos conocidas, tiene su peso en los hombros del omnipresente Chris Pratt, que ya transita por la casa spielberiana preparandose para coger el látigo y el sombrero del doctor Jones. Su imagen de aventurero que está de vuelta de todo, canalla y cínico, no es suficiente para dar contrapartida al resto de personajes, donde Bryce Dallas Howard sale muy mal parada. Ni siquiera los niños consiguen atrapar parte de la tensión que debe encajar en sus escenas (la esfera de paseo es sin duda lo mejor del film). Y poco que decir de ese homenaje nada disimulado a 'Los pájaros' donde el bulevard del parque temático se convierte por un momento en una visita a Bodega Bay calcando sin pudor algunos de los emblemáticos planos de aquel mítico film de Hitchcock.


Volvemos al Jurásico, volvemos a ver correr a los velociraptores, rugir al Indomitux Rex, saturarnos de efectos pero... el vaso de agua que temblaba con cada pisada del Tyranosaurio esta vez no transmite miedo o tensión. Solo un suspiro por la oportunidad perdida.

VALORACIÓN: 4/10

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